Tenemos tendencia a idealizar las condiciones de vida de la mujer en el antiguo Egipto, basándonos en los escritos que nos dejó el historiador clásico Herodoto. Nos dejó la visión de una mujer dominante, que controlaba a su esposo y la vida pública en general.
Con el tiempo, esta libertad llegó a tal punto, según los historiadores, que Ptolomeo Filopator revisó el derecho egipcio, de manera que volviera la igualdad entre los sexos, ya que las mujeres supuestamente se habían aprovechado hasta el límite.
Pero vamos a intentar enfocar el tema de la forma más realista posible, siempre teniendo en cuenta que fueron más de 3000 años y muchos kilómetros a lo largo del Nilo, por lo que la situación sufriría muchos altibajos. Y aunque la mayoría de los restos que nos han quedado, se refieren a las clases altas, suponemos que en el pueblo llano no se daría totalmente ese mismo status.
De todos modos, aunque existió, en general, la igualdad jurídica, también hubo discriminación social en ciertos momentos y siempre dependiendo de las clases sociales.
Desde el principio de la civilización del antiguo Egipto, la mujer era considerada ciudadana jurídicamente igual que el hombre, las personas disfrutaban de paridad en la creación, al igual que las parejas de los dioses creadores estaban formadas por un principio masculino y otro femenino en total igualdad.
Por tanto, Egipto fue el único país en el que la mujer disfrutaba de un estado legal equiparable al del hombre. La mujer podía poseer bienes, hacer compras o contratos sin autorización de ningún hombre.
Lo interesante de este hecho es que en la mayoría de civilizaciones, incluso mucho posteriores, estas tareas siempre estaban en manos masculinas, sin que la mujer pudiera ser poseedora o siquiera opinar sobre el tema. Desde que cumplía la mayoría de edad o se casaba, la mujer era completamente libre, elegía con quien casarse, y el hecho de estar casada o tener hijos, no suponía ningún cambio en este aspecto.
Artículo: Marta Pérez Torres
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