‘‘…Salieron con ellos todos sus ejércitos, gente innumerable, como las arenas que hay a orillas del mar, con una gran muchedumbre de caballos y carros…” (Josué 11:4).

“…Todos los caballos de los carros del faraón, sus caballeros y su ejército los alcanzaron en Piajirot, frente a Baalsefón…” (Éxodo 14:9).

La Tierra se estaba transformando, alterando su rostro.

Daba comienzo un proceso marcado por el cambio climático, que trajo consigo un conjunto de circunstancias que llevaron a la aparición de un medioambiente más cálido, y con ello, una transformación en la dieta, pues muchos de los animales que hasta el momento habían servido de sustento, o bien desaparecieron, o bien se vieron forzados a emigrar hacia el Norte.

Entre doce y diez mil años antes de Cristo, aproximadamente, los grupos humanos cabalgaban hacia desconocidas formas de vida, a una incipiente estructuración social que, gradualmente, estaba haciendo emerger, y formarse, el armazón de una nueva sociedad, que iba dejando atrás, paulatinamente, las antiguas formas de vida basadas en la caza y la recolección, y que, gracias al control del medio, otorgaba una ventaja hasta entonces desconocida, pues permitía contar con un excedente alimentario inalcanzable en épocas pasadas.

Diversas especies acompañarán al hombre en su recorrido hacia estos inexplorados tipos de vida, pues un papel preponderante lo constituyó la introducción de especimenes con un objetivo muy marcado, animales de carne, animales de tiro, etc., hecho que supuso un notable impulso en la evolución de los grupos que se encontraban en pleno cambio vital.

Dentro de ellas, hay alguna que, por su importancia, se encuentra totalmente arraigada en nuestro acervo cultural, de tal forma que jamás se ha puesto en duda su participación en los hechos más relevantes de la Historia de la Humanidad, pues nadie dudaría al afirmar “…que siempre han estado ahí…”

Artículo: Hipólito Pecci Tenrero

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